Vamos, venga: go vegan
Yo creo que sí, que es posible. ¿Por qué no? Un rato. Una temporada. Un breve periodo de tiempo y luego ya, si eso, vuelves a comer cuerpos de animales. O no. Venga, va. Un intento. O dos. O tres. ¿Qué me dices? No prometo nada, eh, simplemente te lo comento. Te lo propongo como un pasatiempo. Un juego.
Un juego cuyo punto de partida puede ser une colega vegane que cocina una tortilla de patata deliciosa a base de harina de garbanzo para que la pruebes, o un documental sobre explotación animal llamado Cowspiracy, o un informe sobre el impacto medioambiental de la industria ganadera, o una dieta basada en plantas promocionada por Instagram y Facebook o una escotilla radiofónica en la agenda programática de Hala Bedi Irratia. Esos son algunos de los muchos puntos de partida de este juego, de esta aventura.
«Vamos, venga: go vegan».
Eh, sólo si te viene bien. No te me vayas a fustigar por no aventurarte ya. Sé que hay muchos más tableros y frentes entrelazados en los que jugar y eso puede cansar bastante. Toma aire, siente el oxígeno impregnando tus pulmones y suelta. Poco a poco. De eso se trata al fin y al cabo. De respirar y tomar decisiones de color verde respirando. Mejor si es con una compañía cómplice y una tila entre manos. Si te apetece, medítalo.
Medítalo como la abeja que bate sus alas hasta posarse sobre una flor o el salmón que tiene sueño y duerme con los ojos abiertos. Medítalo como quién no quiere la cosa. Al igual que lo haría una vaca saboreando el pasto con la mirada puesta nada más que en eso: en saborear la vida y compartirla con sus seres queridos. Medítalo. Pensando en ti también y no tanto en tus papilas gustativas. Esas que fueron socializadas para degustar de una determinada manera.
«Vamos, venga: go vegan».
Como diría David Bisbal sosteniendo una cesta llena de hortalizas y verduras. Es un meme, por si no lo conoces. Uno que me hace bastante gracia. A través de él conecto con el humor y el humor, a su vez, me conecta con la alegría de vivir y de compartirla con el resto. Y esa sazón por la vida cuyo derecho también pertenece a los animales no humanos, creo, que tiene mucho que ver con el veganismo y el antiespecismo.
«Vamos, venga: go vegan».
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