Es tiempo de arrimar el hombro
Estas palabras pudieran parecer anacrónicas pero no lo son ¿Por qué hablamos de arrimar el hombro si vivimos fechas que invitan a la holganza? ¿No estamos desactivando nuestras habituales tareas y organizando las inminentes vacaciones? Todos estos tópicos carecen de sentido en nuestra querida Euskal Herria. Los diferentes
Gobiernos de España, a la hora de agredirnos, no toman en cuenta el calendario vacacional; entre otras razones, porque no existe. Cualquier día de cualquier mes puede ser momento oportuno para acosar a los levantiscos vascones.
Todavía recuerdo la puesta de largo de Herrira en el pabellón Anaitasuna de Pamplona. Dicho organismo había nacido en Donostia el 5 de enero de 2012. Su objetivo no podía ser más noble: defender los derechos de las presas y presos políticos vascos, terminar con la política penitenciaria excepcional y favorecer la vuelta de presas, deportados o refugiados a su entorno natural. De ahí el nombre de Herrira. El día al que aludo, fue el 14 de septiembre de 2013. En el emblemático Anaitasuna, repleto de gente, música y colorido, Herrira nos invito a desmontar la “Doctrina Parot”. El compromiso ciudadano sería nuestra única arma y el lema de la campaña: “Tantaz tanta”. Metafóricamente, todos seríamos una gotita de agua que, unida a otras, conformaríamos una avalancha irresistible. Propuesta poética y estimulante que dejaba en manos de la sociedad la resolución de una tarea tan delicada como necesaria.
No todos vieron con buenos ojos el nacimiento y la propuesta de Herrira. Quienes habían diseñado la dispersión la mantenían a rajatabla y quienes promovían la doctrina Parot no estaban dispuestos a desactivarla; aquello acarrearía la excarcelación inmediata de numerosos presos y presas. Según ellos, la organización naciente estaba cometiendo un delito imperdonable y grave: defender a unas personas a las que el Estado considera rehenes de la insurgencia; quien apoya a los presos políticos comparte su mismo delito y merece la misma pena.
Y así fue. Una cadena de brutalidades estatales secuestró la voz del nuevo movimiento, “abierto y popular”, como él mismo se definía. No había terminado aquel septiembre y ya sufrimos el primer zarpazo: Herrira era ilegalizada y 18 de sus integrantes, detenidas. Miembros de Etxerat, médicas voluntarias, psicólogas, abogadas…personas comprometidas con el sufrimiento penitenciario quedaron atrapadas en el cepo inquisitorial de España. Había comenzado la mugrosa “operación Mate”. En enero del 2015, el mismo juez Velasco encarcelaba a otras tres personas que habían actuado como tesoreras del organismo. Era la “operación Jake”. Tiempo después, algunas de las personas detenidas en el 2013, quedaban en libertad tras pagar abultadas fianzas.
¿Cómo terminó aquella persecución larga e implacable? Lamentablemnte, no ha terminado. Si brutal fue su detención, no son menos brutales las penas que penden sobre las 47 personas encausadas. En octubre de 2017 se conoció el monto de las penas que solicitan tanto la fiscalía como las acusaciones particulares: 600 años de cárcel. Si, lo han oído bien: 600 años de cárcel por cultivar sentimientos humanitarios. Otro infame atropello contra gentes generosas que no podemos tolerar. Ahora son las solidarias con las personas presas las que demandan nuestra solidaridad.
Tras este cúmulo de desatinos, el 16 de setiembre iniciará el juicio que sentará en el banquillo a estas 47 personas. Una vez más, la paradoja de un pueblo sujeto a los caprichos de un régimen colonial. Mientras la farándula de fiscales, jueces, letrados, policías, guardias civiles se broncearan en placenteras playas, casi cincuenta paisanas y paisanos sienten incrementar su preocupación. Y a todos nosotros, nos sacude el escalofrío de una nueva y previsible canallada. El que sigamos acosados por los poderes centrales no es ningún anacronismo; es la reacción lógica de quien nos considera súbditos rebeldes. Somos un pueblo sometido y, mientras este régimen continúe, no
podemos permitirnos el lujo de unas vacaciones sin sobresaltos. De ahí la frase que encabeza esta reflexión: es tiempo de compromiso y de tareas. Una vez más, nos toca arrimar el hombro.
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