Entre-historias
Insubordinación de los soldados en la Navidad de 1914 en la I Guerra Mundial,
Carta abierta de Navidad de las mujeres sufragistas británicas a las mujeres
alemanas y austriacas y Navidad de 1975 en Can Serra (Hospitalet de Llobregat)
con la presentación pública del Primer manifiesto de rechazo al servicio militar.
Casi cinco meses después de que estallara la Primera Guerra Mundial, el 28 de julio de
1914, las tropas alemanas y franco británicas se encontraban estancadas en el “frente
occidental”, a unos cuantos kilómetros de Paris, en medio de una línea de sólidas
trincheras rodeadas por letales alambres de púas. Cientos de miles de jóvenes soldados,
muchos de ellos entre los 18 y 19 años, aguardaban una muerte casi segura en medio de
la inmundicia, el horror y el invierno congelante.
En la víspera de Navidad nadie quería estar en esa guerra. Incluso la súplica del papa
Benedicto XV a los altos mandos de las partes beligerantes para que firmaran una tregua
fue rechazada.
Pero la noche del 24 de diciembre sucedió algo inesperado. Los soldados alemanes
que estaban en la primera línea recibieron árboles de navidad, por orden del Kaiser
Guillermo II, para subir la moral de las tropas y éstos decoraron sus trincheras con
velas y árboles de Navidad. Mientras, al otro lado de la trinchera, soldados franceses e
ingleses celebraban una cena especial. Los soldados alemanes comenzaron a cantar
villancicos, en concreto el popular “Noche de paz”. Al otro lado de la trinchera los
soldados escoceses se unieron al villancico con el sonido de la gaita y continuaron con
la interpretación del Adeste fideles, un villancico en latín, conocido por los dos
bandos. Soldados de uno y otro bando comenzaron a cantar al unísono unidos por la
música.
Este emotivo episodio no quedó sólo ahí. El día de Navidad algunos soldados de
ambos bandos salieron de la trinchera para encontrarse en esa “tierra de nadie”, o
espacio que separaba las trincheras de ambos bandos, e intercambiaron pequeños
regalos, como botones, comida, alcohol, tabaco y chocolate. Soldados que se habían
estado matando entre sí, salieron de sus trincheras para buscar un resquicio de
humanidad entre los horrores de la Primera Guerra Mundial y llegaron a un acuerdo,
totalmente informal y no autorizado, para no disparar a quienes eran sus enemigos.
Se dice que esta tregua llamada “La Tregua de Navidad” se prolongó hasta la noche
del día de Navidad y que los combates se reanudaron al día siguiente. Sin embargo, en
algunas partes del frente la tregua duró hasta el día de Año Nuevo.
Estas treguas no se hicieron públicas hasta pasada una semana. Muchos periódicos
mostraron fotografías con las tropas británicas y alemanas mezcladas, intercambiando
regalos y cantando. Evidentemente esto no gustó a los superiores, quienes advirtieron
que confraternizar con el enemigo constituía traición. Varios soldados fueron
sancionados y la guerra continuó, con las trágicas consecuencias que ya conocemos.
Según algunas estimaciones entre 17 y 20 millones de soldados y civiles perdieron la
vida en la Primera Guerra Mundial.
En este contexto las mujeres sufragistas protagonizaron otro pequeño-gran gesto de
indudable calado político. En tiempos de guerra estas mujeres unieron sus fuerzas desde
uno y otro bando para pedir “sosiego, armonía y vida”. Utilizando la prensa y la palabra
escrita, intercambiaron varias cartas que hicieron públicas a través de diversos
periódicos en Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña. La más significativa de ellas
es la “Carta abierta de Navidad” firmada por 101 sufragistas británicas, que iba dirigida
a las mujeres de Alemania y Austria y que fue publicada en diciembre de 1914. (*)
Karen Peralta, escritora germano-mexicana, traduce algunos fragmentos de la misma
para compartirlos con quienes quieran conocerlos.
“No olvidemos que la misma angustia nos une, que estamos atravesando juntas la
misma experiencia de pena y duelo.”
“Aunque nuestros hijos son enviados a matarse unos a otros y nuestros corazones están
desgarrados por la crueldad de este destino, …seremos fieles a nuestra feminidad
común. No dejaremos que la amargura entre en esta tragedia, …ni estropearemos con
odio el heroísmo de su sacrificio.”
“Esperamos que su ansiedad disminuya al saber que estamos haciendo todo lo posible
para suavizar la suerte de sus civiles y prisioneros de guerra dentro de nuestras costas,
así como confiamos en la bondad de sus corazones para hacer lo mismo por los
nuestros en Alemania y Austria.”
“¿No es nuestra misión preservar la vida? ¿No nos impulsa por igual la humanidad y
el sentido común a unirnos a las mujeres … e instar a nuestros gobernantes a detener el
derramamiento de sangre? ¿Podemos quedarnos quietas y dejar que los indefensos
mueran por miles, …a menos que nos levantemos en nombre de la humanidad para
salvarlos? Solo hay una forma de hacer esto. Todas debemos instar a que se haga la
paz apelando a la sabiduría y la razón.”
Navidad de 2020. Han pasado 45 años desde que un grupo de jóvenes se plantó para
manifestar públicamente su rechazo al servicio militar. Ocurrió durante la noche de
Navidad de 1975 y con ellos empezó una lucha que implicaría a decenas de miles de
personas a lo largo de 30 años.
Se calcula que desde que los objetores de Can Serra publicaron su manifiesto, hasta que
se eliminó la mili, hubo un millón de objetores, más de 50.000 insumisos y un millar
de jóvenes que pasaron por la cárcel. En 1975 eran cinco jóvenes.
Y bebiendo de quienes nos precedieron en el antimilitarismo y de los pequeños-grandes
hechos políticos e imaginativos que protagonizaron, aún a riesgo de sufrir represión,
continuaremos persistiendo en la denuncia a la industria militar vasca y su
complicidad criminal en algunas de las guerras actuales. Por todo esto y más,
GASTOS MILITARES PARA GASTOS SOCIALES.
*Archivos de Manchester. Carta abierta de Navidad escrita por las sufragistas
británicas. Diciembre 1914
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