El güasap
¿Cuántas veces te sorprendes mirando distraídamente una lista de nombres con fotos al lado, sin ningún objetivo en concreto? ¿O buscando en una barra libre de gentes a quien escribir gilipolleces para llenar tus ratos vacíos? ¿Era tan importante escribirlo? ¿Lo hubieras hecho si esa persona no tuviese güasap, o si te cobrasen de más por hacerlo?
Hoy en día, la gente nace ya con el güasap bajo el brazo, y, aunque lxs no tan jóvenes no nos quedemos atrás en actualizarnos para el aplanamiento cerebral, se nota una pasada, sobre todo en lxs más jóvenes, que se mueven en otros códigos relacionales.
Parece que ya no somos capaces de hablarnos a la cara, y ya ni siquiera por llamada telefónica. Nos da vergüenza o pereza hacerlo, y sólo sabemos teclear, o como mucho mandar un audio. Con lo fácil que era antes: probabas a llamar, y, si te contestaban, zanjabas el asunto que tuvieses que zanjar. Si no, volvías a intentarlo más tarde. Como en los fijos de antaño, vaya. O, en todo caso, la otra persona veía la perdida, y te llamaba cuando pudiese.
Ahora parece que hay que planificar una llamada previamente por güasap, como si se tratase de un gran evento, y pedir permiso o preguntar la hora exacta a la que puedes hacerla. La sensación de “aprovechamiento del tiempo” que nos da este artilugio es falsa. Además, te agota mentalmente. A lo que antes se zanjaba en un minuto, ahora se le da mil vueltas, y no te cuento si es en grupos, y va aliñado además con las chorraditas que le da por mandar a cada cual. No desconectas, tienes que estar disponible 24 horas, con tanta inmediatez. Realmente, gastas más energía y tiempo en mandar muchos güasaps, que en hacer cuatro llamadas…no sé cómo nos lo montamos, pero parece que mucha gente no está nunca disponible para interactuar voz a voz, aunque siempre está en línea, y te responde casi al instante…si hacemos la comparativa, ¿en qué formato nos saldría que invertimos más tiempo en el móvil?
Lo de verse la cara y tomar decisiones presencialmente en asambleas está pasao de moda…mola más cambiarlo y redefinirlo todo por güasap durante los días siguientes, o anular la quedada a última hora, y que aparezca allí lx pringadx que no lo usa y no se enteró. Me paraece que, al ser “gratis” e instantáneo, la palabra y el compromiso pierden todo valor y legitimidad. Puedes decir lo que se te pase por la cabeza en el momento, crear grandes expectativas en lx otrx, y mañana, si te he visto, no me acuerdo. O reenviarle lo mismo a 5 personas, a ver quién te contesta lo que más te conviene. ¿Quién no hemos hecho eso nunca? O que cada cual se quede con una película, porque la comunicación no es fluida, y se dicen las cosas a medias, se pierde información.
Echo de menos ver carteles por las calles.
Puede llegar a ser muy excluyente. Si no estás en esa lista con circulitos, no existes. Es fácil que nos olvidemos de quien no está, que no se entere de las cosas, que no tenga voz para opinar, o que la tenga más tarde o de manera más reducida.
Nada que decir sobre el control entre nosotrxs: mirar la hora de la última conexión, enfadarte o reprochar si ves que lo ha leído y no contesta…
Estaría bien que reflexionásemos un poco sobre el uso que hacemos, cuánto estamos teniendo en cuenta al resto o a nosotrxs mismxs, y con qué nos quedamos (que, por supuesto, sus ventajas y utilidades, las tiene), y a qué dinámicas tan rápidamente adquiridas molaría darles una vuelta de tuerca. ¿Nos estamos perdiendo algo?
Once de cada diez curanderxs de mis propios laboratorios recomiendan un ayuno de güasap de vez en cuando.
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