Dale tu mano al indio
Vivimos tiempos extraños. Hablamos poco entre nosotros y nuestras conversaciones grises indican que nos movemos entre la perplejidad y el miedo. Sentimos que se derrumba el mundo que conocimos y no sabemos cómo será el siguiente. En estas circunstancias, bullen por nuestras cabezas dos preguntas sustanciales: ¿qué podremos hacer? y ¿qué camino tendremos que seguir?
La respuesta a la primera pregunta nos la da la historia de nuestro pueblo y también la de la humanidad. Aunque algunas condiciones de vida cambien, podemos seguir la ruta de otras muchas personas – pasadas o presentes- que han hecho prevalecer sus valores sobre sus egoísmos; que han sido consecuentes con sus convicciones; que han aportado al mundo el testimonio de su honestidad. Por Euskal Herria han pasado imperios poderosos, fuerzas represivas y autoridades violentas que quisieron reducirnos y asimilarnos. No lo han conseguido. La abnegación ejemplar de muchas paisanas y paisanos ha hecho posible que sigamos vivos, que mantengamos nuestra lengua, que reafirmemos nuestra identidad. No somos los únicos. Este mundo de pandemias también está plagado de gestos admirables. Mientras preparaba este texto he conocido la noticia de Alicia Castro, mujer argentina y diplomática brillante. Su Gobierno decidió acosar a Venezuela para complacer a Trump. La mujer a la que aludo no estaba de acuerdo con la decisión de su Gobierno. Sin importarle los beneficios y honores que le reportaba ser Embajadora en Rusia, renunció a su cargo de manera fulminante dando un testimonio de honestidad y coherencia.
¿Qué podemos hacer? Seguir creyendo en el pueblo que somos y en la humanidad a la que pertenecemos. Ya lo cantaba hace años el cantautor cubano Silvio Rodríguez: “Si no creyera en lo que creo/ si no creyera en algo puro/ si no creyera en lo que quede/ si no creyera en lo que lucha/ ¿Qué cosa fuere?” Porque creemos en la generosidad humana seremos capaces de crear un mundo diferente y mejor.
Respecto a la segunda pregunta: ¿Qué camino tendremos que seguir para alcanzarlo? Daniel Viglietti, cantautor uruguayo, compuso un texto pensando en quienes andan por el mundo buscando su camino y sin terminar de encontrarlo: “Dale la mano al indio/ dale que te hará bien/ y encontrarás el camino/ como ayer yo lo encontré”. Sobra decir que, en el poema de Viglietti, “el indio” es una figura referencial. Contempla a todas aquellas personas que privadas de derechos, luchan por conseguirlos. La inevitable lucha de clases que va abriendo el camino a las utopías. En esta sociedad nuestra son muchas las causas y las personas que conforman este apartado.
A modo de referencia, esta es la agenda de las reivindicaciones y movilizaciones que se han producido en Vitoria durante la pasada semana: el lunes se movilizaron los y las pensionistas; el martes, Salhaketa; el miércoles, las y los trabajadores de la residencias privatizadas de tercera edad; el jueves, OEEA; el viernes, los familiares de los presos políticos. Cada movilización recogía un problema social agudo y exigía soluciones justas. Hubiera que añadir a este listado los obreros que trabajan en condiciones precarias, que ven mermado su sueldo o han sido despedidos; los emigrantes que buscan refugio y no lo encuentran; quienes carecen de vivienda; quienes hacen cola ante el banco de alimentos para poder comer; las personas que andan rebuscando en los contenedores de basura o mendigando…
Es abultada y urgente la tarea que nos espera. Ha llegado el momento de sacudir nuestras pesadumbres y de incorporarnos a la lucha necesaria. La pandemia continua y también la invitación para salir de nuestro letargo y construir otro mundo mejor.
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