Crónicas de una Lesbiana: Campo de concentración de Moria 2.0
Esta es mi escotilla de hoy: En esta isla de Lesbos en la que me encuentro, suceden muchas cosas noticiables. Hoy hablaré sobre el Moria 2.0 -segundas partes nunca fueron buenas (y en este caso ya la primera fue un infierno)- se construyó en dos semanas tras el incendio que terminó, a comienzos de septiembre del 2020, con el abominable campo de Moria. No hubo muertes, pero sí muchas personas damnificadas. Casi 12.000 estuvieron ‘viviendo’ esos diez días en la carretera sin ningún apoyo gubernamental hasta que se les obligó a entrar al nuevo Moria, en vez de dejarles continuar su tránsito en busca de asilo en otros puntos de Europa. Solamente activistas y ONGs les dimos soporte esos días, a pesar del acoso del gobierno para que no pudiéramos hacerlo. Las querían famélicas para que no pudieran resistirse y poder encerrarlas de nuevo, después de haber gritado -Grecia, Europa, el mundo- ‘No más Morias’. Claro, que ya antes habían gritado ‘No más Lampedusas’, ‘No más Aylan Kurdis’. Hace tiempo que sabemos que su palabra no vale nada!
Podéis encontrar muchas entrevistas y videos sobre las condiciones inhumanas de Moria 2.0 donde todas estas miles de personas han pasado el frío y húmedo invierno. Recordémoslo: personas que han huido de sus países por guerras, torturas, persecución política, violaciones (muchas mujeres entre ellas, violadas en sus países, en el camino, en Turquía, y también en Moria). Personas que no han cometido ningún delito; sobre las que no hay ninguna acusación, ningún juicio, ninguna condena, pero que son retenidas por un tema administrativo-político, en un campo de concentración (ojo!, de concentración; no de exterminio como acabaron convirtiéndose los que hubo en la Alemania nazi); viviendo en carpas de plástico sin aislar del suelo; sin agua corriente (se han duchado y lavado la ropa -incluidos los pañales de los bebés-, en el mar); sin electricidad, salvo un par de horas diarias y por zonas; con una escasa y deficiente alimentación; y, sobre todo, con un acoso permanente por parte de la policía, que incluye desde constantes gritos, multas por no llevar mascarilla en un entorno en el que no hay apenas ninguna medida higiénica anti-Covid, hasta palizas por cualquier motivo.
Durante años en Moria, y ahora en Moria 2.0, ha habido periódicas visitas de altos cargos europeos. Y en un hipócrita ejercicio de amnesia autoobligada, siempre han declarado que todo estaba bien. Bueno, no del todo bien, pero que se estaba trabajando para continuar mejorando las condiciones del campo…
Y se han invertido millones, cientos de millones para ello. Dinero que no se sabe muy bien dónde se ha quedado, en sueldos de quién!, en manos de quién! Esto pasó hace mucho tiempo de ser una crisis humanitaria que resolver a un lucrativo negocio que mantener y abastecer, en el que podemos encontrarnos a prósperos emprendedores (mafias incluidas). Porque quien dice que no se ha podido hacer otra cosa porque todo ha respondido a la imprevisibilidad del flujo de migrantes, nos está tomando por estúpidas. Cinco años dan tiempo de sobra, a pesar de esa ‘imprevisibilidad’, para construir una estructura en la que las condiciones de vida de sus sucesivas moradoras tuvieran unos parámetros decentes de vida y en las que los derechos humanos tuvieran cabida. Moria, y ahora Moria 2.0, lo creó y alimentó una serie de decisiones políticas; decisiones tomadas de manera consciente y deliberada. Se podía haber construido otra cosa que un campo de concentración. Y, sobre todo, se podía haber decidido no retener a estas personas, sino abrir las fronteras y darles un ‘pasaje seguro’ hasta su destino final. Pero no se quiso hacer!
La noticia actual es que Europa, junto al gobierno griego -con la aprobación, este pasado viernes, de la municipalidad de Mytilini- quieren construir otro campo de concentración en Lesbos y cerrar éste. En mitad de la nada, lejos de todo! Porque los más reaccionarios de la isla, fatxas y nazis incluidos -esos que durante dos semanas nos agredieron en marzo del año pasado con la inacción cómplice de la policía griega-, no quieren que estén cerca de la ciudad ni que estemos aquí ayudándoles; porque dicen que es una maniobra de Turquía para meter una quinta columna en la isla y que nosotras estamos de acuerdo con las mafias que les traen aquí.
La diferencia es que, mientras Europa habla de un campo abierto porque la legislación no permite otra cosa, Grecia sigue hablando de un campo cerrado con ‘doble verja tipo OTAN’… porque ya ha calado el discurso de la ultraderecha y se les ve como enemigas, no como personas que huyen en busca de asilo; y quieren que estén encerradas, lejos -para que no se les vea y no se les pueda ayudar- hasta que sean deportadas. Porque el gobierno griego ya no habla de peticionarias de asilo, sino de inmigrantes ilegales a las que hay que rechazar.
¿Y a mi que me da igual si es abierto o cerrado? Es un campo de concentración y no lo quiero. Las quiero libres! La única solución a todo esto es que se les permita continuar su tránsito, no una retención administrativo-política que mantenga desesperanzadas a todas estas personas, ahondando traumas pasados en espacios que, como lo pone de manifiesto el GAC (Grupo de Acción Comunitaria) en su informe “Arquitectura de la tortura en Europa” son ya de por sí unos ‘entornos torturantes’ (http://psicosocial.net/website/; informe “Arquitectura de la tortura en Europa. El campo de refugiados de Moria en Lesvos como entorno torturante”)
Porque ningún ser humano es ilegal, cierre inmediato de todos los campos de concentración como Moria 2.0!
Y, por su puesto, ¡Open The Borders!
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