Contra reclusión, resonancia
De verdad que tenía muchas cosas pensadas y preparadas para hoy, por ejemplo sobre:
.- Cada día mueren de hambre 24.000 personas. Nadie se escandaliza de esta cifra atroz, ¡tremenda! Pero si por el CORONAVIRUS. Tranquilos con el COVID-19, pensemos que la HUMANIDAD ha, hemos pasado otras epidemias. En la de 1918, que duró casi dos años, y a la que muchxs no hicieron caso a pesar de que murieron / 186.600 /personas en España.
.- La fortuna del Rey emérito, de la inviolabilidad al aforamiento, de que PSOE, PP y Vox vetaron la comisión de investigación sobre sus finanzas y las de la Casa Real. Hasta su hijo, el que tenemos por Rey, nos da la callada por respuesta.Con un cuento que he titulado: “En un país de fábula”
.- Hablaros de tantas y tantas injusticias. Hablaros del CORONAVIRUS, pero NO hoy quiero, necesito y necesitamos hablar dando ÁNIMO – ESPERANZA Y CONFIANZA.
.- Como muy bien dice Yayo Herrero: Nuestro modelo de vida ha generado una economía caníbal que se sostiene devorando otros cuerpos y territorios.
.- Tenemos que luchar para tener y sostener vidas “que merezcan la pena ser vividas”
.- Esta reflexión tiene que trasladarse a los movimientos sociales y a la sociedad organizada para ir pensando en alternativas que no excluyan a nadie.
Nota: Todo lo podréis leer cuando se publique en la Web de la ESCOTILLA de Hala Baedi.
NO DEJÉIS DE VER ESTE VÍDEO DE LA DOCTORA DE OSAKIDETZA MATI ITURRALDE
LOS CAMINOS DEL VIENTO. ¡OJALÁ! – Eduardo Galeano.
Ojalá seamos dignos de nuestra desesperada esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de RESISTIR.
Ojalá podamos ser OBEDIENTES, cada vez que recibimos órdenes de ESTAR EN CASA.
Ojalá MEREZCAMOS que nos llamen CIUDADANOS, por cometer la locura DE SERLO. Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar del CORONAVIRUS, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, DE SERVIR, CUIDAR, SANAR, ATENDER, ACOMPAÑAR… viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”.
(Lo que está en mayúsculas y en negrita es aportación mía)
CONTRA RECLUSIÓN, RESONANCIA
Oigamos y tarareemos el l poema de Machado en la voz de Serrat: “Todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar. / Pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar. / Caminante, son tus huellas / el camino y nada más. / Cuando el poeta es un peregrino, / cuando de nada sirve rezar, / caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Veréis que es como un rito iniciático, una revelación. Nada estaba escrito. “Tendremos la impresión de que nunca hemos estado perdidas”. Se trata de dejarnos alcanzar por el espíritu que vibra en cuanto nos rodea: las personas, las tareas, el arte, el campo y el mar. De vivir en resonancia. El remedio de la reclusión, el camino para una “vida buena”, es la resonancia, una relación resonante con el mundo que no cesa de sonar, hablar, llamar. Todo habla. Seamos receptivas, dejemos que la realidad resuene. Dejar que todo hable. Escuchar y cuidar. Salir de sí y hacerse disponible.
“El rico, cuando piensa para el pobre, piensa en pobre”, se quejaba hace más de 90 años Virginia Woolf . No es lo mismo pasar la cuarentena en el Palacio de la Zarzuela que en un piso de 30 metros cuadrados. Por eso en estos días, en los que los propietarios de balcones o terrazas son unos privilegiados frente a quienes viven en un bajo o en piso con ventanas al patio interior; en estos días en los que inevitablemente pasamos más tiempo en casa y pensamos más en nuestra casa, quizá muchas de nosotras nos hemos dado cuenta de que no tenemos un cuarto propio. “Todas preocupadísimas por conquistar nuestro lugar en los despachos y donde aún no nos hemos hecho un hueco es en casa”. Porque las mujeres llevamos siglos luchando por la conquista del espacio público, por ocupar cargos de representación, por llegar a puestos directivos, por romper el techo de cristal en la empresa, en la política, en las artes, en la universidad. Pero no tenemos un hueco propio donde poder “resonar”.
Seguramente sea en estos días de reclusión en los que acabemos de entender que la habitación propia es un espacio simbólico, un lugar-de nuestro tiempo de intimidad, un jardín privado que toda mujer debe reservarse a sí misma; pero al mismo tiempo es un cuarto propio en el sentido más prosaico de la palabra: un cuarto para ti, donde no te molesten, donde poder realizar una labor intelectual con la concentración necesaria. «El tiempo de papá es suyo y el de mamá es de todos», dice la novela de Monfort. Y esto lo saben especialmente las mujeres que son madres: “En casa, por muy directiva que seas, mamá es molestable y papá no”. Quizá tenga que ver, entre otras cosas, con que ellos suelen ser los propietarios de esa “habitación de sobra” en una vivienda familiar. Ellos sí suelen tener un despacho o un estudio, en mayor medida que nosotras. Ellos llevan más generaciones con cuarto propio. Nosotras, más tiempo en el espacio común. Por eso las interrupciones son un tema de estudio feminista, y por eso Virginia Woolf hablaba también de las “amenidades”. Del ocio, del recreo, de todo aquello que nos realiza y nos cultiva, de las actividades de las que disfrutamos. Porque queremos el pan, pero también las rosas. Queremos vivienda digna para todos y todas, pero también bebernos un vino, brindar, gozar, tomar el sol, escuchar buena música, elegir nuestra compañía o decidir estar solas, divertirnos, reírnos, decorar nuestros entornos, rodearnos de belleza. “De modo que cuando os pido que tengáis una habitación propia, os pido que viváis en presencia de la realidad, que llevéis una vida estimulante, que resuene en vosotras mismas y en los demás”, explica Virginia. Ojalá desde una habitación, o al menos un rincón, donde podamos estar realizadas
HUMANIDAD
Y así de sopetón y sin apenas haberlo previsto,
se nos caen todas las certezas y las urgencias,
las agendas llenas de citas y reuniones,
comisiones y programaciones.
Lo urgente y lo aplazado se nos cae
y entramos en un sin vivir,
ante tanta duda e incertidumbre.
Donde la verdad, se nos presenta desnuda,
para la que casi nunca tenemos tiempo.
Necesitamos pararnos, pensar, dialogar,
perder nuestro orgullo y prepotencia,
con verdadero sentido y sensibilidad.
Para cumplir con nuestra responsabilidad,
de ser unos ciudadanos consecuentes
de lo que en verdad somos: HUMANIDAD.
Desdramatizar e incluso dejar lugar al humor: una reflexión que se está compartiendo mucho en Italia: “A nuestros abuelos les pidieron que fueran a la guerra. A nosotros solo nos piden que nos quedemos en casa”.
¡Éramos felices, teníamos de todo y no lo sabíamos! Tengo la confianza y la esperanza plenas de que vamos a salir de esta dura prueba renovados y mejores. ¡Más solidarios!
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