Carta de amor a una librería
Tal y como las heroínas de las novelas victorianas leían cartas de amor bajo la lumbre de una antigua mansión en una fría y neblinosa mañana de invierno, hago lo propio y dedico estas líneas a un espacio que pronto va a desaparecer del paisaje urbano y cultural de la ciudad en la que vivimos.
Como espero que muchas hayan intuido ya, se trata de la librería Jakintza, que tras 31 años de harmoniosa y ardua tarea se ve empujada a echar el cierre por la desidia y avaricia de la banca. Pero no voy a emplear ni un minuto en malas palabras, lo hoy quiero es agradecer, enaltecer y celebrar los años de alegrías y buenas lecturas que nos ha brindado Jakintza.
Y es que, si no fuese por esta pequeña librería cuyas estanterías han estado a rebosar de joyas de la palabra escrita y cuyos angostos pasillos y techos multicolor han empujado al apretuje de las almas, si no fuese por todo ese cóctel de personalidad es posible que no hubiese abierto un libro por placer en mi vida.
Parece una exageración pero he crecido con un libro bajo el brazo y es gracias a que mi ama y mi aita, desde antes de nacer yo, han acudido en busca de las más variopintas historias al abrigo de Jakintza yo he podido desarrollar mi amor por los libros. Toda mi familia hemos disfrutado y devorado libros y más libros escogidos con mimo y tras un tiempo de recomendaciones indispensable por parte de la artífice de todo esto, Begoña.
Por eso tengo tanto que agradecer. Gracias por ser el espacio para las curiosas, las aventureras, las tímidas, las dicharaheras, las solitarias y las libertarias. Gracias por sumergirnos en El Idilio, en Comala, en Macondo o en el País de las Maravillas. Gracias por descubrirnos a Mircea Cartarescu, a Rosario Castellanos, a Tatiana Tibuleac o a Jeanne Benameur. Gracias por presentarnos a Elmer, a Godot, al chico ZigZag o a Matilda.
Por todo eso, cada vez que pasemos por esa calle, no sólo habrá un vacío físico sino emocional. El buque insignia de la armada literaria echa el ancla para no volver a zarpar. El búho de Jakintza vuelve al bosque. Los corazones de las lectores se encogen para hacer frente a una nueva era sin Jakintza. Buena suerte.
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