Camino de tierra
Egunon mendialdetik.
Sin duda tenemos un fuerte apego a nuestro entorno natural, a nuestros montes y estamos acostumbradas a que por nuestros ojos se cuelen las diferentes intensidades de verde que capturamos, desde que abrimos los ojos al mundo, en nuestro imaginario compartido.
Un color verde salpicado con azules subterráneos que se escabullen por caminos ya trazados integrándose con los azules interminables de un horizonte ilusionante. Verde teñido de colores nítidos que amanecen con toda su calidez despidiéndose en un rojo decadente que se va agotando en su paleta de grises.Verdes que salpican los marrones tierra y a los que entroncan con el color aire que inspiramos. Verde que va intercalándose entre el gris cuarteado de la piedra de los roquedos montañosos donde anida la fauna emplumada que se previene de nuestra vista, siendo esta fauna, así mismo, del color del medio que la acoge.
La degradación artificial a la que se enfrentan los colores primarios en sus fundamentos consigue un efecto óptico novedoso en un primer vistazo. Este viene dado por su carácter innovador, que alimenta la percepción moderna de la conquista de la eternidad por parte de nuestra especie. Una eternidad aleccionada desde el podio que desmembra la vida en compartimentos estancos para impedir así la visión coloreada en su amplio espectro.
Una eternidad basada en romper el lazo que nos hace caducos, el lazo que nos alimenta, el lazo que nos ampara, el que nos colorea la vida. Una eternidad individual por egoísta, proclamada por un sujeto dominante de las fuerzas naturales que la anhela, aún a costa de esclavizar a la mayoría de sus propios miembros.
Sin embargo, el color que nos regala la naturaleza está poseído por el arraigo hacia lo común en su diversidad y, también, por un sentimiento de apoyo mutuo que, si no lo ocultamos, nos servirá para emprender el camino de vuelta. Este camino de tierra que los pueblos originarios han sabido reanudar si es que alguna vez lo dejaron.
Pueblos originarios que nos van a visitar durante este verano, el pueblo zapatista. Compartamos experiencias de vida en lo común, aunemos luchas en la distancia, que el cordón umbilical que nos une al territorio se refuerce con la voluntad de protección y pervivencia de la naturaleza.
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