¿Adiós, planeta, adiós?
Amigas y compañeros, no es que me quiera despedir aunque, la verdad, ese día está –seguro- cada vez más cercano. Quizá es el planeta el que se nos despide antes de lo previsto. Por eso más que una despedida, lo que sigue, quiere ser un hasta luego.
Normalmente los gritos de alarma suelen resultar como los anuncios de medicamentos El hecho es que, cuando nos dicen que hoy podríamos estar ante otra caída, más mortal y más global de la historia, nos limitamos a subir el volumen de nuestras orquestas para poder seguir “bailando tranquilamente sobre la cubierta del Titanic”. Esa frase no es mía pero me parece una descripción muy gráfica de lo que puede ser nuestro momento histórico.
Veamos. Aunque a Putin no le hayan salido las cosas a su gusto, Occidente parece estar fracasando en la guerra de Ucrania: ni ha conseguido la ayuda de todo el Sur, incluso de sus aliados árabes, ni parece que Ucrania podrá resistir una guerra muy larga. Llevar a Putin ante un tribunal internacional implicaría llevar también a EEUU ante ese mismo tribunal por la masacre de Irak, que fue tan “injustificada y brutal” como la de Ucrania.
La entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN es una calamidad (fruto de esas cegueras del miedo) que nos vuelve a la antigua situación de guerra fría, por más que la OTAN la célebre insensatamente. Las sanciones impuestas a Rusia están haciéndonos tanto o más daño a los ciudadanos de la Europa occidental que a los rusos: porque estos ya están acostumbrados a pasarlo mal, mientras que nosotros, como nos alteren un grado el aire acondicionado, parece que ya no podemos soportar tanta molestia. Y si todo esto va llevando a una prolongación de la guerra y podemos acabar llegando a una tercera guerra mundial, hay que reconocer que esa es una amenaza sólidamente probable. Incluso en palabras del Papa Francisco.
Creemos que los rusos están peor porque están sometidos a una desinformación total por la censura política. Es cierto; pero no nos damos cuenta de que nosotros estamos sometidos a una censura parecida y más sutil, que no proviene solo de los poderes políticos sino de los mediáticos: no se prohíbe nada, por supuesto. Pero se escatima todo, según los intereses del sistema.
Por otro lado, la ocupación con la guerra ha llevado a un abandono casi total de nuestra preocupación por el planeta que ya era bastante irresponsable (J.I. G. Faus la describe como “tratar el cáncer con paracetamoles”). Hace poco, un grupo de científicos ha lanzado un manifiesto muy serio denunciando que el planeta está cada vez más enfermo, que no cumplimos ninguno de los objetivos propuestos, que el calentamiento se acentúa y que es urgente modificar casi todos nuestros parámetros de conducta. Pero si hoy se cumple aquella máxima tan sabia de que “nada hay más viejo que el diario de ayer”. Prometemos que “mañana mismo” atenderemos a esa advertencia y luego cumplimos el sabio verso de Lope de Vega: “siempre mañana y nunca mañanamos”. Y además hacemos bien: porque ya sabemos que la democracia es una cuestión de mayorías, y que todas esas advertencias son minoritarias; y el gobernante que promueva un programa ecológico radical, perderá las próximas elecciones.
Pero todos esos peligros no son puras fantasías pues de sobra sabemos TODXS cuáles son los datos. La pregunta que queda es cuál será nuestra reacción si un día esas serias probabilidades pasan a ser realidades. Por un lado, un grupito criminal repetirá tranquilamente lo que ya no sé si calificar de “Putinianas” o de “Otanianas”: “los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna durante la pandemia”; de la covid, “cada día ha habido un milmillonario más y varios miles de hambrientos más”… Muchos otros buscarán desesperadamente una salida individual para ellos solos, sin lograr encontrarla. Y quizás a unos pocos les, nos, pasará: que después de haber anunciado desesperadamente, contra la incredulidad y las protestas de casi todos, cuando se produzca por fin esa situación, llorarán desesperadamente con más dolor que nadie…
Por mi parte, “solo le pido a Dios”… como cantaba Mercedes Sosa. Sólo le pido a Dios que todo esto sean chocheces y obsesiones de uno que va ya para viejo.
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