Crónicas de una Lesbiana: Políticas criminales en Grecia
Hoy os hablaré de políticas criminales que se están llevando a cabo en Grecia: por un lado, en la gestión del COVID-19 y la apertura de fronteras al turismo; por otro, en la de aquellas personas que intentan llegar a Europa para solicitar asilo o refugio.
En el primer caso, si bien es cierto que Europa, y con ella casi todo el mundo, aplaudió la gestión -yo creo que mas bien casual que política- del gobierno fascista del Sr. Mitsotakis durante la primera ola del COVID, no es menos cierto que éste cedió a la presión del gran mayorista del turismo TUI y abrió las fronteras griegas a finales del mes de junio (TUI, que amenazó con retirar todas sus ofertas de viajes hacia Grecia si no lo hacía, es la misma que amenazó con retirarse de las Islas Canarias si se continuaba acogiendo en hoteles a quienes quedaron varados en el puerto de Arguineguín-). Desde entonces, desde el día de la apertura de fronteras al turismo, Grecia ha ido cayendo… Una debacle que dura hasta el día de hoy. No se realizaron contrataciones de personal sanitario que reforzara los hospitales, que casi con exclusividad pasaron a ocuparse del coronavirus, colapsando todas las UCIs, habitaciones e incluso los pasillos. Situación que, prácticamente sin cambios, continúa hasta el día de hoy.
Para que os hagáis una idea, Grecia ha superado ya las 10.000 muertes. Aproximadamente el mismo número de fallecimientos que tiene Japón. Pero Japón tiene más de 126 millones de habitantes y Grecia poco más de 11. Más o menos la misma población que tiene Cuba. Solo que este país del Caribe no llega a las 1.000 personas muertas en esta pandemia. Ahora que se está hablando de la nefasta situación de la India con sus más de 1.400 millones de habitantes, podemos continuar con las comparaciones: si el subcontinente asiático tuviera solamente los 11 millones de habitantes que tiene Grecia, su número de positivos diarios rondaría los 3.500 casos. Grecia, que se vanagloria de su gestión, lleva meses teniendo de 2.500 a 3.000 cada día.
Todos los gráficos indican que esta explosiva situación es consecuencia, aunque el gobierno lo niegue una y otra vez, de aquella apertura de fronteras chantajeada por TUI. Miles de muertes que se podían haber evitado. Y así y todo, el Sr. Mitsotakis y su gobierno, ha decidido que ya se pueden ir retirando las medidas para evitar la propagación del virus y, vacunas mediante, ha abierto la temporada de turismo de este año 2021 este pasado sábado 15 de mayo. Mes y medio antes que el pasado año.
En lo que a las personas en tránsito se refiere, Grecia se da aplausos a sí misma con las orejas diciendo que ha reducido el flujo de migrantes a las islas del Egeo en casi un 90% con respecto a años anteriores. Y es cierto… en cifras. Pero porque lo que este gobierno y sus guardacostas están haciendo es rechazar los dinghys de forma violenta en su paso desde las aguas turcas a las europeas. En vez de recoger las barcas con gente que ha salido huyendo de sus países, de masacres como la que estos días hemos visto en la franja de Gaza, de guerras como las de Syria, Eritrea, Congo, Afganistán; de represiones por oposición política, etc, lo que lleva haciendo desde marzo del pasado 2020, cuando anuló el derecho de asilo, es acosar a estas embarcaciones, romperles el motor y dejarles a la deriva; o ponerlos en balsas salvavidas, sin motor, ingobernables, y devolverlos a aguas turcas. Incluso gente que ya había desembarcado en las islas -territorio europeo, no lo olvidemos- ha sido ‘secuestrada’ y devuelta a aguas turcas y abandonadas, en vez de proporcionarseles el derecho a solicitar asilo. Todo esto bajo la mirada atenta, compresiva, colaboradora en muchas ocasiones, de Frontex (otro día hablaremos de esta agencia europea).
Aun así, sigue habiendo barcas que logran llegar a tierra y logran solicitar asilo. Lamentablemente, el gobierno griego, responde con represión a estas llegadas y detienen a alguna de estas personas acusándoles de ser quienes guiaban la barca y por tanto, de ser traficantes de personas. Hace años que los traficantes no las manejan: eligen a alguien para que lo haga; o alguien que ya no tiene dinero para llegar a Europa pagando el caro pasaje hacia la libertad se ofrece para llevarla hasta esta orilla deseada. Hay cientos de personas en las cárceles griegas condenados por este delito no existente y no cometido.
Dos ejemplos de estas últimas semanas: un hombre condenado hace menos de un mes a 52 años de prisión y más de 200.000 euros de multa por tráfico de personas. Todo indica que él no manejaba la embarcación. El guardacostas que testifica en su contra no le vio manejarla, pero no importa, necesitan condenar a alguien para seguir demostrando su mentira de estar luchando efectivamente contra las ‘mafias que traen migrantes ilegales’ a Europa. Otro caso del pasado jueves. Un hombre que tomó el timón de un dinghy que comenzaba a hundirse y logró llevarlo a tierra. Hubo dos muertes en esta llegada. Fue detenido y ha sido juzgado como traficante, con la petición de dos cadenas perpetuas -una por cada muerte- y 10 años de prisión por cada persona que venía en la barca. Sus compañeros de viaje han testificado en el juicio que le deben la vida, que él no es un traficante. Gracias a ellos, la condena ‘sólo’ es de 146 años… ¡por querer vivir en libertad!
Todo esto es absolutamente estúpido y Europa no puede cerrar los ojos como lo está haciendo.
Esto son políticas criminales de criminales políticos que, lamentablemente, no tendrán castigo.
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