«Ya lo sabía» -Iñaki Lazkano-
Sólo tres palabras: un adverbio, un pronombre y un verbo.
Tres palabras que motivaron una petición de recusación y han condicionado una sentencia, tres palabras que dejaban bien clara la parcialidad de una juez. Tres palabras que en boca de la juez Angela Murillo dejaban bien claro que su sentencia estaba escrita.
La resolución constata que en aquel juicio Murillo «utilizó expresiones que implicaban que ella ya se había formado una opinión desfavorable» de Otegi «antes de que el caso fuera decidido», lo que era «claramente incompatible con su participación en el segundo juicio”.
Y como, para bien o para mal, en esta nuestra Europa, los tribunales españoles no son los únicos que tienen jurisprudencia sobre nosotros, son tres palabras que han condicionado una sentencia favorable a los encausados por el caso Bateragune.
El tribunal de Estrasburgo lo ha dicho claro: no tuvieron un juicio justo. El tribunal estaba condicionado previamente y supuso una violación del artículo 6.1 del Convenio Europeo, al que se atiene el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un tribunal independiente e imparcial, establecido por la ley…»
Me ha llamado poderosamente la atención que sólo tres palabras puedan devolver la dignidad y la sonrisa a las y los encausados del “caso Bateragune”. No hubo un juicio justo y tuvieron que pasar más de seis años de sus vidas en la cárcel.
Ahora, sin embargo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sentenciado por unanimidad que la Audiencia Nacional española vulneró el derecho a un juicio justo de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez, que fueron condenados a entre seis y seis años y medio de prisión por el ‘caso Bateragune’, y que cumplieron las condenas íntegramente.
En Euskal Herria ha habido infinidad de sentencias injustas, ésta se les ha vuelto en contra por tres palabras, esperemos que la previsible sentencia condenatoria para los presos políticos catalanes también se les vuelva en contra a los tribunales españoles, ya sea por tres palabras, ya sea porque los europeos han empezado a conocer cómo actúa la justicia española.
Nosotros y nosotras también lo sabíamos: en España, además de Angela Murillo, muchos tribunales actúan siguiendo directrices políticas.
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