«Onraitatik, egun on berriro» -Rebeca González de Alaiza-
Llevamos mucho tiempo de confabulaciones fachas, cada día más violentas, que nos están acaparando toda la atención, así como de debates necesarios que nos mueven a pensar cuáles son las mejores acciones para hacerles frente.
Frente necesario donde la plaza pública, esa que simboliza la autoridad común y que las mujeres, como categoría política, estamos peleando para que también sea propia, se ve agredida y ocupada por pensamientos totalitarios que imponen una única identidad imperialista con la ayuda, eso sí, del único brazo armado legitimado por el estado.
Pueblo, pueblo que se resiste a perder su personalidad, sus raíces y su proyección, que no quiere ceder su relato a gente extraña que le intenta engañar, condenar, destruir.
¡No!
El pueblo no es la disidencia, es su espacio, son sus formas, sus maneras, sus haceres, sus gentes, sus revoluciones cotidianas y sus respuestas diversas…su presente identidad.
Frente necesario para impedir la vulneración de derechos a la que nos invitan con su simpatía, frente que no es único en sus en sus planteamientos.
Frentes que ocupan diferentes espacios pero que son capaces de aunar una respuesta común de rechazo, frentes que no se autoexcluyen porque sus objetivos son los mismos, o no?
Personas que transitan de un frente a otro según sus pensamientos, sus saberes, sus estados de ánimo, sus fuerzas… la tarea de enfrentarse a quién nos niega nuestra identidad y nuestros derechos criminalizándonos por defenderla es compleja y diaria. Aún así el ejercicio de resistencia nos hace sentirnos vivas y nos refuerza en nuestros ideales, resistencia que no se queda dormida retroalimentándose sino que tiene puesta su mano en la construcción de espacios militantes de trabajo para empezar el proceso de vivir fuera de este sistema maravilloso que nos quiere esclavos del poder y sin derechos ni opciones de réplica, espacios llenos de ideas y de prácticas que construyan nuevos referentes posibles y amables entre nosotras, la naturaleza, la vida.
Construir, construir, construir… el siguiente paso
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