ETTs: 30 años de ofensiva contra las condiciones de trabajo
El 30 aniversario de la legalización de las Empresas de Trabajo Temporal puede ser una buena oportunidad para poder hacer un repaso de su historia, de las consecuencias que han tenido en nuestras condiciones de trabajo y para analizar cuál es la situación actual. Para ello, tenemos que remontarnos a 1994, cuando había una tasa altísima de paro, llegando a la cifra récord del 24% en el estado español. En ese momento, el gobierno del PSOE legalizó la práctica de las ETTs a través de la reforma laboral, una práctica que hasta el momento era considerada como “tráfico de la mano de obra” por el Estatuto de los Trabajadores. Como consecuencia de su legalización, fueron muchos los trabajadores en paro que empezaron a aceptar cobrar un 30% menos que los trabajadores de la empresa usuaria que estaban haciendo su mismo trabajo. Rápidamente esa práctica se extendió, llegando a acaparar el 17% de los contratos de trabajo en tan solo 4 años. Para ello, fue fundamental la firma de CCOO y UGT en los convenios colectivos de ETTs, a cambio de algunas concesiones, argumentando que su existencia era inevitable y obstaculizando la lucha contra ellas.
De hecho, la legalización de las empresas de alquiler de fuerza de trabajo provocó una respuesta por parte de diferentes sindicatos, organizaciones juveniles y colectivos. Denunciaban cómo estas empresas se aprovechaban de la necesidad de los parados para apropiarse de una parte del salario de los trabajadores y emprendieron campañas que duraron años con el objetivo de cerrarlas y en las que realizaron concentraciones, ocupaciones, sabotajes y otras formas de acción directa. Estas luchas contra las ETTs se centraron en la sobreexplotación que estas provocaban. Por lo tanto, en 1999, cuando el gobierno cedió ante ciertas reivindicaciones, igualando las condiciones de los trabajadores de ETTs respecto a los trabajadores de la empresa usuaria y se suavizó la sobreexplotación, la lucha perdió su fuerza. Por eso, para poder hacer a día de hoy una crítica adecuada y poner las bases para la lucha contra las ETTs es importante entender cuál es la razón de ser de las ETTs y la función de fondo que cumplen en el mercado de trabajo.
Para hacer ese análisis, es importante entender el contexto en el que se dio su legalización. En los 90, el estado español tenía que modernizar su sistema productivo para poder entrar en el euro. Esta modernización implicaba necesariamente una flexibilización del mercado de trabajo. Es decir, había que desregular el mercado de trabajo, suprimiendo derechos laborales y dando mayor poder a la patronal para decidir sobre las condiciones de trabajo. De esta forma, se buscaba conseguir un mercado de trabajo atractivo para las empresas e inversores, para que pudieran disponer a su antojo de la fuerza de trabajo, contratando y despidiendo libremente en función de las necesidades de la producción. Es en ese sentido cómo tenemos que entender las distintas reformas laborales, como una adaptación de la legalidad laboral a las necesidades del capital. Todas las reformas laborales que se han ido imponiendo, mediante decretos o mediante el diálogo social, han profundizado en esa flexibilidad principalmente a través de nuevas modalidades de contrato y del abaratamiento del despido.
La propaganda sobre la última reforma laboral, implementada por el “gobierno más progresista de la historia” del estado español, puede hacer pensar que se ha reducido la temporalidad, el desempleo y la precariedad. O, por lo menos, eso se celebra constantemente mediante el discurso triunfalista de la socialdemocracia. Y es cierto que la simplificación de las modalidades de contrato, fomentando el uso de contratos indefinidos y eliminando ciertas formas de contratos temporales, ha hecho que se reduzcan las tasas de temporalidad y que aumenten los contratos indefinidos. Sin embargo, todo esto se ha logrado mediante la modalidad de fijos discontinuos. Figura que permite maquillar las tasas de temporalidad y paro, ya que los trabajadores que se encuentran en periodos de inactividad no aparecen en esos datos. De hecho, el pase a inactividad de estos contratos se ha convertido en la segunda causa de baja en la Seguridad Social. También habría que destacar cómo las ETTs han sacado tajada de esta figura, siendo ya el 45% de los contratos que gestionan. Por ejemplo, en diciembre de 2023 firmaron el 94% del total de los contratos fijos discontinuos y, ese mismo diciembre, de cada 4 contratos hechos en la CAV 1 fue a través de ETTs.
Por otro lado, habría que decir que la temporalidad no depende solo del tipo de contrato, sino también de la facilidad del despido. Y el despido, recordemos, sigue igual: el despido improcedente sigue igual de barato, se sigue sin haber recuperado los salarios de tramitación, se han mantenido las causas de despido objetivo… A esto habría que añadirle, cómo ante la proliferación de contratos indefinidos, los empresarios utilizan la no superación del periodo de prueba como forma de despido encubierto, habiendo aumentado del 5% al 20-25%. De esta forma, se ve cómo los patrones de creación y destrucción de empleo no han sufrido grandes cambios.
Y, por lo tanto, no podemos decir que el empleo sea a día de hoy más estable o menos precario, sino que la inestabilidad y precariedad se ha trasladado también a los puestos indefinidos. Esto puede verse claramente en cómo las bajas voluntarias de los indefinidos han superado a las bajas voluntarias en contratos temporales. Lo que muestra cómo las condiciones de esos trabajos indefinidos han empeorado notablemente y que se parecen cada vez más a las de los eventuales.
Estos cambios los tenemos que analizar junto con la tendencia a que cada vez menos trabajadores tienen un trabajo fijo a tiempo completo. Esto es, en un momento en el que el mercado laboral ya no es capaz de absorber toda la fuerza de trabajo disponible, el capital trata de imponer una mayor flexibilidad haciendo que los trabajadores entren y salgan constantemente del mercado de trabajo, según las necesidades de los empresarios. De igual forma, esta igualación a la baja de las condiciones de trabajo de los trabajadores fijos es posible en la medida en que existen ciertos mecanismos que ejercen de presión a la baja sobre el conjunto de las condiciones de la clase trabajadora. Y esta es, de hecho, una de las funciones principales de las ETTs y otras formas de trabajo eventual, la de hacer presión a la baja, devaluando los salarios y precarizando las condiciones de trabajo del conjunto de los trabajadores.
Pero las ETTs, no solo cumplen la función de abaratar los costes salariales, sino que su función principal es la del disciplinamiento de la mano de obra. Profundizan en el el despotismo de las relaciones laborales otorgando un mayor poder de la empresa para decidir sobre las condiciones de la actividad laboral. De hecho, hoy en día, el disciplinamiento que antes sufrían los trabajadores de ETTs u otros trabajadores eventuales (impuesto mediante filtros de entrada, la imposición unilateral de los periodos de trabajo, la movilidad geográfica o la negación de facto de cualquier libertad sindical) se ha extendido también a los trabajadores fijos, mediante la figura de los contratos fijos discontinuos o de prácticas entre otros.
Antes de concluir, viene bien hacer una rápida radiografía de la situación de las condiciones de trabajo de nuestra ciudad, para poder aterrizar estas tendencias. En primer lugar, señalar que de cada 4 contratos hechos en Vitoria en 2023 solo 1 fue indefinido y de cada 3 solo 1 fue a tiempo completo. Por otro lado, por lo que respecta a las ETTs, encontramos 19 oficinas de estas en Vitoria y sus servicios se extienden a la mayoría de sectores, pero sobre todo a la industria. Asimismo, en muchas empresas de la industria, las subcontratas de la Mercedes por ejemplo, funcionan como filtro de entrada. En caso de trabajar bien durante unos cuantos años, sin dar problemas a la empresa, es posible conseguir un trabajo fijo. A este mecanismo de disciplinamiento, habría que añadirle la cuestión de llevar ropa diferenciada, reflejando las diferencias entre trabajadores de la empresa y de las ETTs y fortaleciendo su división. Todo esto implica necesariamente una incapacidad de hacer frente a los abusos de los empresarios, una pérdida de derechos sindicales y de la unidad de clase.
Por lo tanto, 30 años después de la legalización de las ETTs podemos ver cómo su existencia está completamente normalizada. Ante esta situación, debemos luchar por acabar con todas esas formas de contratación que dividen a la clase trabajadora, disciplinándola e imponiendo jerarquías en su seno. Debemos acabar con las ETTs, con las subcontratas, con el subempleo, con las dobles escalas salariales y demás formas de división. Debemos acabar con ellas porque son un mecanismo fundamental de la burguesía para hacer presión a la baja sobre el conjunto de los salarios y de las condiciones de trabajo y, en ese sentido, debemos luchar por una igualación por arriba de las condiciones de trabajo de todos los trabajadores. Y debemos acabar con ellas, también, para erradicar la miseria y la indefensión que generan en ciertas capas de la clase trabajadora. Y para eso, son necesarias la unidad de clase y la lucha por los derechos sindicales y políticos para todos aquellos trabajadores sometidos a ese disciplinamiento. Por unas condiciones laborales iguales y de calidad para todos, ¡no a las ETTs!
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