Un pueblo vivo que habla
El primer verde transparente brota suave y uniforme irradiando nuestra pupila. Los
deseos que provoca en nuestro interior son los mismos que acoge el árbol en su savia,
la misma fuerza transformadora que eclosiona para dar comienzo a un nuevo ciclo
vital. La terca misión de estas sencillas señales intenta colocarnos en el lugar urgente
de nuestro centro. Pasamos de ellas veloces en el convencimiento adiestrado por una
fuerza extraña a nuestros impulsos de supervivencia. La misma fuerza que nos va
atando y amordazando antes de que podamos decidir qué verde escoger entre las
gamas comunes de la vida. La misma fuerza que nos arrastra a ofrecer nuestro
tiempo y nuestras habilidades, exprimiendo nuestros jugos vitales, como también
hace con los del árbol, con el objetivo de llenar los tanques que utiliza para nuestra
contención.
Contención auspicidiada por voceros que compiten entre ellos para recibir a cambio
las sobras envueltas en papel dorado; sobras que seguidamente exhibirán
públicamente al sentirse los elegidos de ocupar el último escalón sobre el que pesa la
impoluta suela de zapato rico.
Voceros elegidos también por votantes con la promesa de seguir manteniendo su
posición social y que serán despedidos a no mucho tardar, porque se está cerrando el
grifo para que los despojados de los medios de supervivencia se suban al carro de la
supremacía barata. Voceros elegidos por mujeres obreras que se sienten capaces de
dirigir una empresa desde su puesto de subalternas, organizando todo lo necesario
para que su jefa tenga a bien humillarlas por ello. Voceros de todos los espectros del
arco iris que lo utilizan para enmarronar el cielo de frontera, para extender la
sostenibilidad de la empresa hacia el campo, vaciado éste intencionadamente de
saberes necesarios para una resolución satisfactoria de procesos de producción de
energía necesaria para levantar los brazos en alto. Voceros que distribuyen el arma
más mortal que se ha utilizado en toda la historia, la ignorancia.
La ignorancia de sabernos engañadas, de apostar por intereses que no son los
nuestros, de aceptar sin rechistar proyectos de futuro que encierran una tumba en su
interior, donde cabemos todas las mimbres del sistema.
Mejor dormir con la ventana abierta y que la luz de la luna llena te despierte en medio
de la noche, incorporarte para admirar su belleza y observar que se situa justo encima
de la montaña.
La montaña está en peligro. La luna nos lo señala. Hagámosle caso. Organicemos la
resistencia mientras construimos con la guía de su luz el camino a recorrer juntas, sin
miedo a enredarnos, sin miedo a discutir, a subvertir, a ir colocando piedra a piedra el
camino base que recorrer, sin desorientarnos por las luces tecnológicas que nos cortan
el camino.
Azazeta-Laminoria, Labraza y Canto Blanco están a un paso de caer en manos de los
oligopolios energéticos. El nuevo Plan Territorrial Sectocial de las energías
renovables de la segregada CAPV prevee hasta 110 localizaciones para centrales
eólicas y fotovoltaicas. Navarra ya está revosando centrales por cordales apropiados,
ocupados por el soberanismo capital.
Hay un proyecto de tren rápido que nos lleva a la deuda ecológica, económica y
social. Y las personas que se dedican a alimentarnos son aplastadas por la rueda
agroindustrial. La vida de la costa se cementa, lo natural es objeto de admiración para
las personas con dinero que la visitan. Incineradoras, basura, zonas a sacrificar.
Iparralde está luchando por su lugar natural. Quién dice que no hay alternativa a este
desvarío. Luchemos y seamos sujetos activos, activados y militantes en la
construcción de una verdadera alternativa. Nadie nos la va a regalar. Lurraren
defentsan Euskal Herria Bizirik. Manifestación el 20 de mayo a las 18:00 por las
calles de Gasteiz. Empecemos por decirles a los que nos gobiernan y a los que desean
gobernarnos que hay un pueblo vivo que habla.
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