Criterios básicos para una gobernanza ecológica
Las personas que no somos montañeras estamos dibujando el mapa de cordales del territorio a base de mirarnos el Boletín Oficial del País Vasco en sus anuncios del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente. Hay días de la semana que nos desayunamos con un nuevo proyecto de central eólica en el territorio, y ayer ya fueron dos los montes elegidos para este cometido: uno en Bizkaia y otro más en Araba.
Los criterios que se utilizan para escoger una ubicación son muy simples. Lo primero que se necesita es que haya recurso natural, es decir viento. El viento está en los montes, dice Ramiro González en las declaraciones que hace a la prensa para enseñarnos lo que no sabíamos. Pedagogía pura.
La segunda premisa que están utilizando es que la zona se encuentre a un kilómetro, o poco más, de cualquier pueblo con monte. Esto únicamente es para favorecer que estas pequeñas poblaciones puedan disponer de dinero suficiente para aislar sus casas del sonido melódico de los conciertos noctunos que los aerogeneradores van a ofrecerles, al ritmo marcado por el aire pasajero. También las lucecitas rojas que se encienden a la noche en lo alto de estos gigantes estarán acompañando las veladas de estas poblaciones. Una discoteca en lo alto del pueblo. Un lujo solo al alcance de los elegidos.
Otra posibilidad que hay para que te toque una central eólica cerca es que el monte tenga alguna figura de protección medioambiental. Cuanto más verde, biodiversa y salvaje sea una zona, antes te comunicarán su elección. Parece que las empresas que están ansiosas por transitar de una economía carbonizada a otra más limpia y descabonizadora se fijan en estos espacios naturales. De esta manera pueden acceder a una etiqueta de calidad verde. Ésta garantiza la gran labor que hacen estas corporaciones al conectar mediante molinos de viento corredores ecológicos con zonas protegidas. El sello suele otorgarlo Josean Galera, Diputado Foral de Medio Ambiente, en coherencia con los valores de custodia del patrimonio natural del territorio. Me cuentan que ya tiene preparados más de 100 certificados para regalar en estos días.
Otro criterio es que el pueblo esté deprimido económicamente y con problemas de despoblación para que estas industrias que quieren situarse en los sistemas montañosos puedan dar un impulso a la zona rural a través de la ocupación de sus campos de cultivo por nuevas vías eléctricas necesarias para el transporte de la energía que van a generar. Y con la construcción de alguna que otra subestación eléctrica para embellecer los campos de cereal cercanos. Todo este despliegue es para que las siguientes generaciones vengan a visitar estos monumentos al colapso que nos darán de comer energía intermitente. Le llamarán turismo sostenible.
Y por último, pero no menos importante, es que se fijarán en las juntas administrativas cuyas propiedades comunales no estén disponibles para la localización de una central eólica o fotovoltaica…por la propia decisión de sus concejos. Y como la mayor garantía para que se pueda gestionar una transición energética es la de desplegar mecanismos de gobernanza que se fundamenten en la participación social, se legisla en favor de la Ley Tapia, una ley que no acepta un no por respuesta.
Gobernanza ecológica. Esta es la palabra clave que vais a escuchar a partir de ahora en boca de estos personajes que nos gobiernan. Se trata de conciliar los conceptos de transición ecológica y gobernanza verde, con esta idea emblemática de participación que ha sido maravillosamente acogida por las transnacionales energéticas a las que tan acertadamente representan nuestros representantes.
El 14 de mayo, a las 19:00 horas manifestación de Araba Bizirik en Gasteiz. Por una gobernanza sin representaciones.
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