La normalidad
Los espacios publicitarios en la televisión me atraen. Además de la creatividad en la imagen me interesa lo que transmiten: sus mensajes y a quienes van dirigidos, juego a intuir los objetivos que pretenden conseguir, presto atención a cómo se utilizan los lenguajes (verbales, musicales, simbólicos, estéticos…) y a los valores y estilos de vida que intentan transmitir…etc. Pensareis: Sencillamente se trata de convertirnos en voraces y compulsivas consumidoras y listo. Y así es, pero solo en parte. Porque fundamentalmente, y de forma poderosamente atractiva, la publicidad coloniza nuestros sentidos haciéndonos sentir seres únicos; la publicidad conduce al individualismo más feroz, y nos empuja a la búsqueda de la felicidad y la libertad basada, siempre, en la satisfacción sin límite de necesidades inventadas que, en la mayoría de los casos, nos idiotizan y esclavizan.
Con la llegada de esta catástrofe llamada coronavirus y a medida que el confinamiento se va prolongando observo, entre indignada y escandalizada, las estrategias que se están implementando desde la publicidad. Su metamorfosis. Me refiero a las nuevas formas publicitarias que se están implantando y en las que se puede observar un cambio sustancial. Nuevos mensajes para los nuevos tiempos. Del implacable individualismo se está pasando a incidir constantemente en los valores colectivos, solidarios, de la búsqueda del bien común, de cómo esta hecatombe nos iguala como seres humanos, de la necesidad de remar todos en la misma dirección…etc. Y son las multinacionales más conocidas (Telefonías, Banca, Eléctricas, Compañías de Seguros, Industrias de la alimentación, del Ocio, etc.), quienes se cuelan diariamente en nuestras casas para asegurar nuestra imprescindible complicidad.
Para muestra un botón. Fijaros lo que nos transmite la publicidad de Banca March.
“CRECER JUNTOS” “Unas palabras que lo cambian todo”. “PARAR JUNTOS/ PENSAR JUNTOS/ APLAUDIR JUNTOS/ ESPERAR JUNTOS/ LUCHAR JUNTOS/ VOLVER JUNTOS/ RETOMAR JUNTOS/ SONREIR JUNTOS/AVANZAR JUNTOS/ VENCER JUNTOS”. (BANCA MARCH)
Y ¿qué decir de la omnipresente expresión sobre “…la vuelta a la normalidad”? El capitalismo salvaje que nos obliga a vivir de esta forma mortífera con la sumisión de los gobiernos a las élites económicas que dirigen el mundo y que, como lo estamos comprobando, no dudan en sacrificar a millones de seres humanos para conseguir sus objetivos económicos, políticos y sociales… ¿es la normalidad? La desigualdad que atraviesa a millones de personas, las guerras por las materias primas y cuanto sea necesario para que el sinsentido vuelva a perpetuarse ¿es la normalidad?
Los dueños del mundo preparan ya el día después y nuestra complicidad ha sido y es fundamental para que sus siniestros planes funcionen. Estamos en manos de auténticos criminales (*) y mucho me temo que ya tienen en mente las estrategias a utilizar para que aceptemos las dacronianas condiciones que se deriven de esta situación de pospandemia.
Javier San Pedro ( El País “Contra el optimismo” 3-04-2020) opina que tras la epidemia “La gente se olvidará del coronavirus, los daños económicos acabarán asumidos por las clases bajas y medias, la ciencia volverá a no importarle a nadie y la desigualdad intolerable seguirá medrando en unos sistemas económicos que ya estaban al límite de la maldad psicopática.” Es decir, “la vuelta a la normalidad”.
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Quizá como especie seamos capaces de activar mecanismos de supervivencia para crear alternativas mediante las que construir otras sociedades. Los primates lo hacen.
Quizá la experiencia, la memoria, la reflexión, una actitud crítica, la inteligencia y la solidaridad, junto a la cooperación y la ayuda mutua, nos posibiliten evolucionar como especie. Será una hermosa y fascinante aventura.
Quizá nos parezca normal reflexionar sobre lo expresado por el filósofo Emilio Lledó “Ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras”
Quizá, nos parezca normal apoyar la propuesta del Virólogo Adolfo García Sastre, en el sentido de que “El gasto anual en pandemias debe ser como el de Defensa”
Quizá, consideremos normal y de justicia el planteamiento de Sarah Babiker, (*) sobre la implantación de “Una renta básica universal que inmunice ante la pandemia de precariedad vital”, para las poblaciones más vulnerables.
Quizá no nos parezca normal permitir un Estado policial ni el deterioro de los derechos y libertades civiles.
Quizá no consideremos normal las guerras, el expolio de recursos a otros Pueblos, las migraciones forzadas, los cierres de fronteras y el rechazo de las personas que tocan a nuestra puerta.
Tras esta experiencia de confinamiento quizá no nos parezca normal el encierro de miles de seres humanos en cárceles y CIEs, el hacinamiento que sufren personas refugiadas en las fronteras, el aislamiento y soledad de las personas sin hogar y el darwinismo social.
Mientras tanto cantemos con Manu Chao “…el mundo está horroroso pero cantemos con alegría hasta llegar a la próxima estación. Esperanza”.
(*) “Un cataclismo previsto” José Luis Cebrian (EL Pais 23-03-20)
(*) “Una medida que empieza a ser un clamor ante la crisis social actual: la renta básica. Dossier” (Sarah Babiker Nuria Alabao Carlos Fernández Liria Julen Bollain Daniel Raventós (20/03/2020)
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