Lo rural está de moda
Anda movidita últimamente Mendialdea, este paraje rural cuyos paisajes y gentes van logrando notoriedad en los medios de comunicación. Un protagonismo provocado por poderes políticos y económicos que se empeñan en sacudir la zona para que sus intereses sigan el camino de la búsqueda ilimitada de negocio. Le llaman progreso.
Negocio que no sueltan en la empresa farmacéutica Altan, en Bernedo, cuyas trabajadoras llevan de huelga más de dos meses para conseguir un convenio de empresa ligado al IPC. Una lucha que mantienen para no quedarse con las peores condiciones del convenio estatal de químicas. Han despertado del letargo inmovilizante y han roto con la tradición que había en los pueblos de la montaña. Las condiciones que siempre han buscado las empresas que han venido a instalarse a estos pueblos han sido las de ofrecer salarios bajos y encontrar poca respuesta de las personas trabajadoras, que no tenían costumbre de organizarse para defender sus derechos.
Desde hace más de veinte años, cuando empezaron a construir los primeros polígonos industriales alrededor de los pueblos que eran la cabecera del municipio, las empresas que han querido instalarse en estos lugares han buscado la facilidad que estos ayuntamientos les proporcionaban al casi regalarles el suelo de sus fábricas, acompañándoles de unas subvenciones jugosas por ser zonas deprimidas económicamente. Empresas que venían y se iban. Los alcaldes peneuveros del lugar vendían que el aterrizaje de estas empresas ajenas al territorio iba a ser el motor económico que se necesitaba para que las personas del municipio tuviesen un trabajo local y se quedaran a vivir en el pueblo.
Inútil acción institucional que consiguió que cuatro espabilados empresarios montaran sus fábricas llevándose todo el dinero destinado a la Cuadrilla en subvenciones, buscando mano de obra barata con nombre mayoritario de mujer, y contribuyendo con la aportación de sueldos de miseria y unas condiciones laborales inadmisibles para otros lugares de nuestra geografía. Esta es la definición de crear riqueza en zonas deprimidas. Con estas acciones han conseguido que casi no haya paro en la montaña, no porque nos acerquemos al pleno empleo, sino por el despoblamiento que produce la búsqueda de trabajo en la ciudad.
De nuevo, veinte años después, nos vienen con el cuento del emprendimiento a nuestros pueblos. Nosotras somos las responsables de que la riqueza siga fluyendo por mendialdea. Si no somos capaces de montar aquí un negocio, somos las nuevas fracasadas. La responsabilidad de que la zona crezca y progrese ahora es personal. Nada tiene que ver con las condiciones estructurales impuestas que nos toca vivir, ni con las políticas que proponen las instituciones. Rural Citizen ha llegado al pueblo.
De nuevo nos vienen con empresas ajenas al territorio que neocolonizarán nuestros montes si queremos que la zona prospere, se renueve, sea renovable. Empresas energéticas creadoras de la nueva riqueza rústica, la que sustituirá montes por industrialdeas, campos de cultivo por plantaciones fotovoltaicas y sostenibles invernaderos tomateros. Mientras, las que quedamos aquí viviendo, nos autoemprenderemos para enseñar a las que nos visiten el progreso de nuestro patrimonio natural y rural.
Y de nuevo rompemos la tradición maldita y emprendemos, esta vez, un período de luchas que marquen el devenir de nuestros pueblos. Porque lo rural está de moda.
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