Escotilla-Kepa Gordejuela
Este próximo domingo se va a producir indefectiblemente un nuevo paso en el proceso de desconexión social, o dicho de otra forma, de crisis estructural o desaparición paulatina de la socialdemocracia en el ámbito europeo. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas ni estará ni se le echa en falta a un candidato del Partido Socialista del estado vecino, y no será porque no hayan concurrido a las mismas sino porque los propios errores han hecho que la ciudadanía de la República vea perfectamente prescindible su presencia, además de nefasta y antisocial su aportación a la política y al bienestar social de las clase trabajadora de ese país en los últimos tiempos.
No es la primera vez que un cosa así acontece en la política del viejo continente, sino un episodio más en el declive que se esta produciendo en la izquierda europea en las últimas décadas. Primero fueron las perdidas de poder y de influencia en la política de los partidos que representaban a la socialdemocracia en el norte europeo, pero luego ha sido cuando realmente se han producido vuelcos espectaculares o cataclismos estructurales en el área sur del continente, más concretamente en Grecia, Estado Español y Francés.
Al hundimiento del PASOK griego el año 2015 han seguido la caída electoral del PSOE, que ha sido la peor en un partido de este corte en Europa Occidental, a esto le ha seguido lo que estamos viendo en el Estado Francés donde el partido socialista ha sido durante muchos años imprescindible en la política y vida social del mismo. Quien podía imaginar hace algunas décadas la falta de este partido o del propio Partido Comunista en Francia cuando eran columna vertebral de la dinámica social y política de su V República, cuando no había una contienda electoral que no contase con ellos además de ser mayoría importante y cualificada en su entramado social.
No creo que estos cambios estén solamente ligados a la globalización de la economía, como dicen algunos, mas bien tiendo a pensar que esto unido a los cambios en el comercio y su control, el fenómeno de la inmigración y su tratamiento, la relaciones entre los poderes económicos y los estados, así como la falta de alternativa de una izquierda desnortada y no adaptada a los tiempos es lo que está produciendo una situación de desasosiego y desamparo de las clases populares.
La crisis económica así como la de los grandes partidos conocidos hasta el momento, las situaciones en los estados de control, la caída de los bipartidismos y demás elementos de cuestionamiento sistémico que se están produciendo, hace que las voluntades de la ciudadanía vayan a parar a elementos populistas derechosos que están surgiendo en nuestro entorno.
El próximo domingo la ciudadanía francesa se verá obligada a elegir entre lo malo y lo peor, pero eso no es todo, aunque es lo que tenemos y lo que nos acecha. Creo que es un mal momento en lo concreto, pero entendiendo aquella máxima que dice “hacer de la necesidad virtud” igual puede ser bueno y necesario para repensar el futuro de un izquierda que tendría un papel fundamental y podría cambiar un futuro cuando menos incierto o más bien nefasto para los trabajadores y trabajadoras de esta vieja Europa y de sus respectivos países.
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